Ante el inminente incremento del consumo de sustancias psicoactivas en el mundo, se hace necesario el diseño de políticas públicas cada vez más efectivas para la prevención y para la atención integral del uso, abuso y dependencia, así como de los trastornos de salud asociados. Si bien los procedimientos para el tratamiento, la reducción de daños y la rehabilitación de personas con dependencia de tabaco, alcohol y otras drogas son susceptibles de evaluación directa, la medición de la efectividad en el caso de la prevención está permeada por la influencia de múltiples factores que intervienen en la aparición del consumo. Por ello, el diseño de políticas públicas debe partir de la evidencia científica disponible a fin de sustentar el desarrollo de intervenciones efectivas, desde la prevención, en todos los escenarios posibles.
Hoy contamos con estándares internacionales y guías clínicas desarrolladas con un alto rigor metodológico (medicina basada en evidencia, MBE), los cuales ponen al alcance de instituciones, grupos y profesionales, la mejor evidencia disponible sobre la efectividad de intervenciones para evitar y/o retrasar el inicio en el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas. Sin embargo, el efecto reportado todavía es moderado, por lo que se reconoce la necesidad de seguir desarrollando investigación especializada y de alta calidad con el fin de mejorar la efectividad de las intervenciones preventivas.